viernes, 27 de enero de 2012

El puente 42

"Alguien muy cercano a ti, siempre creyó en nosotras y con franqueza es por ella que siempre vivimos en paz y armonía con los humanos, jamás conocimos a nadie así y aunque tu abuelo siempre fué muy respetuoso... ella en verdad creía en nosotras y venía muy a menudo a visitarnos."- dijo el hada de sol mientras acomodaba su largo vestido dorado en una piedra, se sentaba justo enfrente de Musiel para poder admirarlo por completo. "Mi madre" -dijo él seguro de que la respuesta sería afirmativa, su mamá siempre le había querido inculcar el amor hacia lo mágico a pesar de que su padre no creyera en ello y siempre quisiera alejarlo de ese mundo, el sabía en su corazón que su madre decía la verdad. "Recuerdo las miles de veces que nos sentábamos en el jardín a buscar insectos que fueran compañeros de vida de las hadas, casi siempre nos topábamos con mariposas, catarinas pero a mi mamá le sorprendía que las libélulas se dejarán ver por mi, pues me dijo que ellas sólo se acercan a los seres mágicos, jamás a los humanos." El hada sonrío emocionada al darse cuenta que ese chico conocía más de ellas de lo que pensaba. "Es verdad Musiel, las libélulas son seres muy celosos de la magia y no se dejan ver por muchos, sólo por los que creen en ellas o en su magia." La noche era tranquila y las hadas a pesar de los momentos difíciles que estaban pasando se sentían tranquilas, Musiel despedía esa tranquilidad que ellas necesitaban en ese momento. Algunas hadas de hongos crearon varios para que todas pudieran dormir seguras y cálidas, hongos que hacían de esa noche un espectáculo maravilloso. "Cuanto me gustaría unir nuestros dos pueblos." - dijo el acomodándose en ese enorme tronco y haciendo espacio a los lados para que todas las hadas se acostaran junto a él. "Cuando tú y Nathanielle se casen.." - dijo una pequeña hada de flores mientras todas las demás la callaban apenadas. Todos rieron suavemente. -"...Cuando yo me case con esa hermosa hada, prometo que estos dos mundos nunca van a alejarse." Las pequeñas aplaudían y celebraban al escuchar de un humano la aceptación de su pueblo, aquel era el mejor humano que jamás habían conocido.

1 comentario:

  1. De los mejores momentos, me quede sin palabras quizás me quede sin ellas porque me llene de recuerdos...

    me sigues sorprendiendo en verdad...

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