martes, 31 de enero de 2012

Opinión del Libro: The Perks of Being a Wallflower

The Perks of Being a Wallflower
(Las ventajas de ser un Marginado)



Resumen: Charlie es un chico de 16 años que relata parte de sus vivencias durante un año a "un amigo desconocido" por medio de cartas divertidas, tristes; con recuerdos pasados y memorias presentes. Le cuenta desde sus líos amorosos, sus mejores amigos; las personas de su familia y sus locas aventuras de adolescente. Pero Charlie no es como cualquier chico común de 16 años, le gusta escribir; es demasiado sensible pero sobretodo tiene un corazón noble que aveces le impide vivir como quisiera.


Lo Mejor: La forma en la que esta llevado el libro lo hace demasiado entretenido. A pesar que las cartas no son largas, tienen lo necesario para hacerte sentir todo lo que Charlie vive en esos momentos. Las cartas pueden estar cerca una de otra o bien se espera semanas para la siguiente y a pesar de eso nunca se pierde el hilo de la historia ni el interés. La forma en la que esta redactada es divertida, ligera; se entiende todo a la perfección, uno llega a sentirse identificado con ciertos personajes o situaciones. Cada uno de los personajes es muy distinto a otro y esto hace que el libro te entretenga muchísimo más.


Lo Peor: En algunos momentos las situaciones se sienten repetitivas y esto llega a ser cansado para el lector. Puede resultar un poco incómodo el hecho de que tiene algunas cuestiones sexuales algo gráficas.


Mi Personaje Favorito: Sin duda alguna Charlie se lleva el libro, un chico diferente para su edad; sensible y cariñoso con su familia pero muy perturbado y con una tristeza interna que es difícil de comprender. Un buen amigo y un lector innato, el típico chico que no quiere ser el centro de atención pero siempre lo es. Divertido y extraño.


Calificación: 9.3 :D (Cambié mi veredicto gracias a la explicación de un suceso MUY importante en el libro, del cual no me había enterado o más bien no había entendido. Excelente!)

lunes, 30 de enero de 2012

El puente 45

-Recuerdos de Él-

La habitación era inmensa o al menos parecía gigante para un niño de 9 años y a pesar de que su padre le decía que no estaba bien seguir durmiendo con velas encendidas Musiel se las había ideado para mantener su habitación iluminada en las noches. Una pequeña vela dormía dentro de una esfera de papel blanco con pequeñas estrellas, lunas y soles como agujeros que permitían salir los delicados rayos de luz y así el rostro de ese niño se iluminaba mientras dormía. Esa noche de pronto la ventana se abrió fuertemente como si una ráfaga de viento la hubiera abierto, pero lo cierto es que no había viento esa noche. Musiel se levantó rápidamente de su cama y corrió a cerrar la ventana, era demasiado pequeño y le costaba mucho trabajo cerrarla, de puntillas hacia su mejor esfuerzo; estiraba su brazo derecho y luego el izquierdo pero parecía imposible. De un momento a otro la ventana volvió a cerrarse y fue entonces cuando Musiel escuchó una voz que venía de su cama, el niño se negaba a voltear pero su curiosidad era mayor. "Hey! Voltea pequeño." - dijo la voz después de haber dicho lo miso 3 veces, al darse la vuelta Musiel vio sobre su cama una diminuta esfera color dorado, era realmente hermosa. "'¿Que eres?" - dijo el pequeño mientras se acercaba a su cama. "Soy una mensajera, hay un lugar muy lejos de aquí donde algún día te vamos a necesitar y yo estoy encargada de decirte que debes cuidarte mucho. ¿Crees en la magia pequeño Musiel?" - dijo la luciérnaga mientras el pequeño se sentaba arrodillado al costado de su cama. Los ojos del niño se hacían enormes al oír la palabra "magia". "¿Que si creo en la magia? Muchísimo! Aunque mi Papá dice que esta mal, mi abuelo y mi mamá están de mi lado. ¿Cómo supiste mi nombre?" - preguntó él con una sonrisa enorme. "Pues cómo te digo pequeño, serás muy importante para el mundo mágico, sólo te pido conserves siempre la fe en la magia; no pares nunca de buscarla pero sobretodo cuida mucho de ti." De pronto la ventana volvió a abrirse pero esta vez Musiel no volteó a verla. -"Volveré otra noche Musiel." y así la luciérnaga salió rápidamente de la habitación, el niño corrió hasta la ventana tras ella y así vio como la noche se llevaba la magia. -"Sabía que era verdad."

domingo, 29 de enero de 2012

El puente 44

-Recuerdos de Ella-

Ella estaba acostada al lado de él, ambos sobre el pasto recién cortado que estaba frente a la pequeña casa donde Nathanielle vivía. No había aparte de ella ninguna otra hada cerca, todas habían decidido que sería mejor dejar solos a aquellos dos enamorados.
La luna podía verse por en medio de las altas copas de los arboles, era una luna naranja, se veía grande y hermosa iluminando aquel reino. "Jamás pensé que fuera a ver la luna contigo."- dijo Musiel mientras buscaba la mano de Nathanielle lentamente por el pasto. Al tomar su mano ella volteó a verlo, su perfil era distinto al de los demás, sus enormes ojos estaban aun clavados en el cielo; su pelo negro cubría parte de sus cejas y mientras Musiel veía la Luna, Nathanielle acariciaba su cabello.
De pronto y sin esperarlo Musiel se sentó y comenzó a buscar, en un moral donde llevaba sus libros y cuadernos; una pluma de tinta negra que había ocupado muy pocas veces para escribir versos cortos. Tomó la mano de Nathanielle y ella lo veía algo extrañada. "¿Que haces?" - "Sólo espera." -contestó el, Nathanielle podía ver los ojos de Musiel recorrer la mano de ella, mientras dibujaba sobre su piel algo muy importante. La hada no podía evitarlo y dejaba caer lagrimas de emoción sin que Musiel se diera cuenta. La luna iluminaba cada vez más fuerte, cómo si se acercara como una lámpara a la mano de Nathanielle, ayudando a Musiel a dar forma al dibujo entre sus dedos.
Al finalizar tomó la mano de esa hada y al veía directamente a los ojos sin pestañear, cómo siempre lo hacía desnudaba el alma de ella, se metía sin su permiso y la llenaba de él. -"Quiero que seas mía para siempre." - dijo él mientras soltaba la mano de ella. Nathanielle se fijó en su dedo anular y entonces pudo verlo, el anillo de tinta más hermoso que jamás haya visto, el más hermoso que jamás nadie podrá ver.

sábado, 28 de enero de 2012

El puente 43

El recuerdo de ese pequeño río con peces de colores era sólo eso... un recuerdo. Las piedras parecían ser el agua de ese arrollo, los peces sólo en la imaginación de Nathanielle podían subir a la superficie a saludarla, el agua ahora era invento de sus oídos, pues ese lugar era ahora irreconocible.
La hada buscó por todos lados el brillo de algún girasol, pero le era imposible encontrarlo. Quizás era la nostalgia que le daba recordar el latido del corazón de Musiel y el suave sonido del agua y ahora notar que ese recuerdo había quedado destruido. Secó sus lagrimas y con valor siguió buscando por todos lados. "Aparece por favor"- decía en voz alta sabiendo que nadie iba  escucharla, quizás no había nacido ahí un poco de su magia y resignada se sentó en una enorme piedra gris que le permitía ver todo ese paisaje extraño, del cual nunca iba a acostumbrarse a ver. En su momento de enojo Nathanielle metió su delicada mano dentro de la bolsa donde había metido el pétalo de girasol y lo dejó caer al pasto seco. Este iba cayendo lentamente, meneándose con el viento; como si evitara caer de golpe y prefiriera danzar un poco con la brisa antes de reposar en ese suelo árido. Al momento que este cayó Nathanielle se bajó lentamente de la piedra y mientras caminaba en sentido contrario al pétalo sintió que una fuerte luz iluminaba su espalda y atravesaba los lados de su rostro un fuerte color anaranjado, cómo si el sol hubiera bajado y estuviera tocando su espalda pidiéndole que se diera la vuelta. Nathanielle no pudo evitarlo más e intrigada por saber que era ese rayo de cálida luz se dio la vuelta y es así como pudo verlo. El pétalo en el suelo brillaba y a poca distancia de el brillaba atrás de una pila de pequeñas piedras de colores un girasol que parecía escondido y lo más extraño es que al elevar la vista en muchos lugares más se podían ver luces naranjas y doradas que iban hasta el cielo. "¿Entonces tenías que tocar el suelo para mostrarme donde están los demás?"- dijo Nathanielle mientras se agachaba y ponía el pétalo entre sus manos. Inmediatamente los rayos de todos los lugares se desvanecían en el aire. -"Entonces este será nuestro secreto."

viernes, 27 de enero de 2012

El puente 42

"Alguien muy cercano a ti, siempre creyó en nosotras y con franqueza es por ella que siempre vivimos en paz y armonía con los humanos, jamás conocimos a nadie así y aunque tu abuelo siempre fué muy respetuoso... ella en verdad creía en nosotras y venía muy a menudo a visitarnos."- dijo el hada de sol mientras acomodaba su largo vestido dorado en una piedra, se sentaba justo enfrente de Musiel para poder admirarlo por completo. "Mi madre" -dijo él seguro de que la respuesta sería afirmativa, su mamá siempre le había querido inculcar el amor hacia lo mágico a pesar de que su padre no creyera en ello y siempre quisiera alejarlo de ese mundo, el sabía en su corazón que su madre decía la verdad. "Recuerdo las miles de veces que nos sentábamos en el jardín a buscar insectos que fueran compañeros de vida de las hadas, casi siempre nos topábamos con mariposas, catarinas pero a mi mamá le sorprendía que las libélulas se dejarán ver por mi, pues me dijo que ellas sólo se acercan a los seres mágicos, jamás a los humanos." El hada sonrío emocionada al darse cuenta que ese chico conocía más de ellas de lo que pensaba. "Es verdad Musiel, las libélulas son seres muy celosos de la magia y no se dejan ver por muchos, sólo por los que creen en ellas o en su magia." La noche era tranquila y las hadas a pesar de los momentos difíciles que estaban pasando se sentían tranquilas, Musiel despedía esa tranquilidad que ellas necesitaban en ese momento. Algunas hadas de hongos crearon varios para que todas pudieran dormir seguras y cálidas, hongos que hacían de esa noche un espectáculo maravilloso. "Cuanto me gustaría unir nuestros dos pueblos." - dijo el acomodándose en ese enorme tronco y haciendo espacio a los lados para que todas las hadas se acostaran junto a él. "Cuando tú y Nathanielle se casen.." - dijo una pequeña hada de flores mientras todas las demás la callaban apenadas. Todos rieron suavemente. -"...Cuando yo me case con esa hermosa hada, prometo que estos dos mundos nunca van a alejarse." Las pequeñas aplaudían y celebraban al escuchar de un humano la aceptación de su pueblo, aquel era el mejor humano que jamás habían conocido.

jueves, 26 de enero de 2012

El puente 41

Agatha volaba por encima de unas piedras de colores, lo único con vida de esas tierras y que con la luz de la luna le ayudaban a poder encontrar el camino hacia el mundo mágico. Era una pequeña libélula de color verde esmeralda, sus alas moradas la hacían siempre lucir como una flor al aire, enemiga de los demás insectos pero siempre fiel a las hadas pero sobretodo a Nathanielle.
El aire aún era frío pero por alguna extraña razón Agatha encontraba ese clima perfecto, la hacia recordar los viajes largos que hacia a los castillos helados de pueblos lejanos y le recordaban la libertad que tanto añoraba sentir después de tanto tiempo y no se quejaba ni por un momento de ser ayudante de una hada, pero aveces extrañaba recorrer los cielos sólo por querer hacerlo.
Sus pequeños ojos se movían con rapidez sobre el pasto, las piedras de colores; los arrollos secos; desesperada por encontrar a su dueña a esa hada que siempre le contaba sus secretos y de la cual no sólo se había hecho cómplice, sino también amiga. 
De pronto a lo lejos notó una luz proveniente de unos troncos caídos y mientras caía en picada por encima de esos árboles muertos Agatha pudo escuchar una voz que pedía ayuda, pero esa voz no provenía de la luz, sino de unos arbustos escondidos cerca de una pequeña cueva rocosa. -"Ayuda" dijo la luz. Agatha con cuidado se acercó a ese lugar y haciéndose espacio entre los arbustos pudo ver la silueta de un troll.
Sus cabellos eran rojizos con algunas canas que lo hacían verse como un niño anciano, su nariz alargada y sus ojos pequeños cómo botones estaban llenos de lagrimas. Agatha se paró encima de su rodilla izquierda y mirándolo directamente a los ojos pudo susurrar. -"Yo te ayudaré."

miércoles, 25 de enero de 2012

El puente 40

-Recuerdos de Él-

"¿Que quieres decir con entregar tus Alas?"- dijo Musiel mientras ambos caminaban de noche por un pequeño sendero de piedras a mitad del bosque mágico que hacía mucho no visitaban. -"Las hadas no podemos amar y tener magia al mismo tiempo, tenemos que tomar una elección y yo elegí amar." Musiel paró en seco y tomo del brazo a Nathanielle para que ella hiciera lo mismo. -"¿Estas segura de lo que me estas diciendo? Nathanielle ya no podrás hacer girasoles." Ella lo miraba directo a los ojos, por primera vez le aguantaba la mirada a pesar de que sentía que con ella podía leerle toda el alma, esa vez iba a mirarlo hasta que entendiera por qué era importante para ella entregar sus alas. -"Yo amo los girasoles, amo este mundo; amo la magia Musiel de eso no hay duda... pero hay algo que amo sobre esas cosas y si, eres tú y quizás eso a ti no te agrade demasiado o..." Musiel tomó su rostro con ambas manos como solía hacerlo seguido y dándole un beso en la frente le dijo en susurros: "Yo te amo a ti y me haz enseñado parte de algo que siempre quize conocer y no sólo es este mundo; sino sentir que alguien puede confiar en mi, amor." Ella lo abrazó fuertemente mientras acariciaba su cabello. "Déjame estar contigo, de que sirve una vida llena de magia si no tienes con quien compartirla, no se iran todos mis poderes; pero después de un tiempo tendré forma humana en cualquier parte fuera de este reino, Musiel quiero recorrer el mundo contigo de esta forma, no dentro del bolsillo de tu saco." Ambos rieron mientras él tomaba la mano de ella, siguiendo su rumbo por ese bosque encantado.

martes, 24 de enero de 2012

El puente 39

-Recuerdos de Ella-

Detrás de ella más de 500 huellas en la arena la traicionaban gritándole a todos que estaba ahí. Aquella arena casi negra se besaba con el mar turquesa que aquella hada gozaba de observar. Era de los pocos momentos que Nathanielle se daba a si misma para poder practicar sus poderes en soledad, para poder inventar nuevos colores para sus pétalos pero sobretodo para pensar. La brisa era suave, casi tan suave como el aleteo de una mariposa sobre la piel. La hada hacia crecer un girasol en cada uno de sus pasos y ahí los dejaba por pocos minutos antes de volver a hacerlos desaparecer. Sabía que faltaba muy poco para que subiera a las nubes para charlar con la hada de Sol, tenía pocas horas pero muchos minutos para asegurarse de querer dar sus alas. Cada paso era una constancia más de que quería ser diferente, que quería hacer algo que muy pocas antes de ella se habían atrevido y a lo lejos un sol de atardecer la hacía sonreír, la hacía meditar; la hacía pensar pero sobretodo comprender. ¿Que tenía él que la hacía querer otorgar todo? ¿Que tenía el en la mirada que ella quería continuar escarbando para encontrar sus sueños abrazados de su pupila? "¿Que puede ser igual, que puede ser diferente después de haber conocido a Musiel'" - dijo Nathanielle a uno de los girasoles azules que se movía en vaivén con la brisa de ese mar mágico. "¿Que es lo que tiene su voz, sus palabras; sus ideas... que tienen todas ellas para hacerme tomar esta decisión?" El sol se ocultaba tras el lejano mar y fue entonces cuando Nathanielle camino hasta la orilla del mar, se dejó sumergir bajo sus saladas aguas y espero a que el rayo de sol bajara, para subirla al cielo, a hacer real su decisión. 

lunes, 23 de enero de 2012

El puente 38

Nathanielle corría por las colinas, el agua de sus ojos marcaba ríos estrechos en sus mejillas y la rapidez del viento hacía que sintiera gotas en sus oídos; no sabía exactamente hacía donde corría, si se adentraba o huía pero algo debía de encontrar a salvo en ese reino que ahora era seco, triste y muerto. De pronto a lo lejos vio rayos de sol que venían del suelo, bajo una pila de troncos derribados, Nathanielle había hallado lo que conservaba gran parte de su magia. La hada con todas sus fuerzas intentó quitar todos los troncos de uno en uno, para después escavar con sus manos lastimadas toda la maleza y ramas que tapaban el girasol. Al darse cuenta que estaba vivo e intacto Nathanielle dejó caer varias de sus lagrimas sobre aquella flor que aun tenía parte de su magia. -"Ayúdame a entender que es lo que tengo que hacer, donde están tus hermanas? Ayúdame." dijo la joven mientras se sentaba en sus tobillos para acariciar los pétalos dorados de esta hermosa flor. Cerró sus ojos y comenzó a recodar todos los lugares donde pudo haber crecido su magia en un girasol, recordaba los labios de Musiel; pero no podía concentrarse en los lugares donde había estado con él. Habían tantas emociones y sonidos cuando de repente uno se clavó en su mente; el pequeño arrollo y los peces de colores que no podía ver pero escuchaba perfectamente en la superficie. Nathanielle arrancó cuidadosamente uno de los pétalos de su girasol y lo guardo en una pequeña bolsa de su vestido. "Volveré por ti." -dijo Nathanielle mientras colocaba con cuidado la maleza sobre la flor. "No brilles mucho si no estoy cerca, podrían encontrarte." Nathanielle corrió nuevamente pero esta vez no lloraba, esta vez corría segura; completamente segura de que quizás no debía sacrificar sino luchar por ese reino y ese amor. 

domingo, 22 de enero de 2012

El puente 37

Musiel se paró de inmediato y clavando la mirada hacia donde se encontraba el reino de las hadas estaba dispuesto a ir para allá. "No joven Musiel."- dijo una hada mientras otras tres jalaban la bota del jinete. -"No vaya por favor espere a que Agatha pueda traernos noticias." -dijo el hada de sol mientras con la mirada le pedía a la libélula que emprendiera vuelo rápidamente y trajera noticias y si era posible a Nathanielle lo antes posible. Musiel se incorporó en si mismo a pesar del miedo que le daba lo que pudiera pasar. -"Esto es culpa mía." -" Claro que no lo es Joven, amar nunca es un acto malo ni mucho menos para sentir culpas, el corazón aveces elige a quien corresponde su amor, no a quien pensábamos que lo correspondería." Musiel miraba a los ojos a esa hada de sol que hacia parecer que todo tenía sentido, cuando nada era así. "Es solo que siento que Nathanielle llegó demasiado tarde, que no debí meterla en esta historia." -"No Musiel, ella eligió meterse en tu historia, en tu vida; por amor y no debes pedir lo contrario, no deje que su amor termine por miedo." -"Yo se que mi amor nunca va a terminar, pero y si cosas malas llegan a pasar? No podría soportar perderle." -dijo el jinete mientras se sentaba junto a un enorme tronco café y las hadas hacían un circulo a su alrededor. "Siempre creí en ustedes, en este mundo y añoraba ser parte de él, siempre pensé que nadie creería en mi, pues las personas que compartían esta ilusión conmigo ya no están. Nathanielle me hizo sentir que esto que siempre quise conocer es real, que ella es real; que puedo amar siendo yo sin aparentar nada." Las hadas lo veían impactadas, nunca nadie se había sentado a platicar con ellas acerca de lo que es el amor humano, veían sus ojos cristalinos, los ademanes de sus manos y sonreían mientras el contaba las historias de cuando niño que su abuelo le contaba. -"¿Creen ustedes que Nathanielle y yo estábamos destinados desde antes de conocernos?" Argay suspirando y sentándose en la punta de su bota contestó: "Yo creo que ni la magia, ni la realidad esperaban que un amor así fuera a formarse nunca, pero sin duda ambas partes pusieron todo de si; para que tu y Nathanielle se conocieran Musiel."

sábado, 21 de enero de 2012

El puente 36

-Recuerdos de Él-

El balcón desconocido de ese enorme castillo era el refugio de Musiel para sus pensamientos de media noche y sus lagrimas de "espero el amanecer." Hacia exactamente 1 año que el castillo había sido invadido, un año de haber regresado y aunque hace un año el pensaba que las cosas mejorarían con el paso del tiempo, lo cierto fué que las cosas empeoraron. Su abuela ya rara vez estaba en el castillo, con sus constantes viajes y salidas; ese enorme lugar era sólo para Musiel y su mujer, de la cual sabía muy poco, con sus secretos y escapadas diurnas y nocturnas. Sus planes de una vida llena y estable se habían vuelto polvo y a los pies de ese enorme castillo sólo una enorme puerta cerrada que lo encerraba para no dejarlo partir. La luna se veía inmensa y los recuerdos lo aprisionaban, la sonrisa de sus abuelos y los murmullos de sus hermanos ya eran sólo una sombra que aveces dejaba verse por Musiel, su corazón ya sólo podía extrañar a los que estaban y a los que ya no iba volver a ver. -"Mamá ahora es cuando quisiera que me volvieras a contar las historias de esos seres que te hacen sonreír cuando ves las estrellas, Abuelo ahora es cuando quisiera que me ayudaras a bajar los libros prohibidos de la biblioteca." -decía el joven en voz alta mientras sonreía y paseaba por ese balcón obscuro. De pronto a lo lejos, detrás de una colina negra Musiel pudo ver una estrella caer justo en ese lugar, iluminaba todo fuertemente cómo si en verdad la estrella quisiera que Musiel la viera. El jinete salió rápidamente de ese balcón, cruzó su recamara; bajó las escaleras y tuvo el valor de abrir las puertas que lo tenían encerrado esperando a quienes lo habían dejado. Corriendo hacia el jardín trepó a su corcel y se encaminó hacia en donde había caído la estrella. "Es una señal de Mamá."- se dijo en silencio.

viernes, 20 de enero de 2012

El puente 35

-Recuerdos de Ella-

La noche era fría, raro pues en ese clima cálido rara vez se podían percibir las suaves brisas heladas. Nathanielle caminaba al borde de un riachuelo, contando con los ojos las luciérnagas azules de entre las mil doradas que habían iluminando ese lugar. Las piedras eran grandes y hacían al agua moverse de un lado para otro, como una serpiente enorme llena de agua que guardaba peces de colores, que ella no podía ver pero se escuchaban cerca de la superficie.
"¿Hace cuanto que no veníamos para acá?" - dijo una voz clara detrás de ella, una voz que no había escuchado desde hace tiempo, al darse la vuelta ahí estaban esos enormes ojos cafés iluminados por las 45 luciérnagas azules que había logrado contar. Sus ojos era cristalinos, enormes; serenos y a la vez llenos de intensidad. Sus manos paseaban por los cabellos de ella, moviendolos por detrás de sus hombros y dejándolos caer por su espalda descubierta. Nathanielle dio un paso hacía atrás, pero sin recordar que estaba a la orilla del riachuelo cayó dentro de este mojando su vestido, sus zapatillas y el cabello que se encontraba detrás de sus hombros. El silencio se hizo presente mientras el estiraba rápidamente la mano para ayudarla a subir. "¡Déjame!"- grito ella mientras quitaba su mano de en medio, el insistía y ella la quitaba una y otra vez. "¡Déjame, vete... a que volviste!"- gritaba mientras las luciérnagas volaban alrededor de ambos. De pronto y sin sentido Musiel empezó a reír al captar que Nathanielle estaba completamente mojada y enfurecida en ese pequeño arrollo, ella lo miraba extrañada y sin embargo esa risa contagiosa de él entro por sus oídos mientras salía por sus labios. Ambos reían en la obscuridad, después de la insistencia Nathanielle aceptó la mano del jinete que la ayudaba a subir hasta pegarla a su pecho. Aquel corazón latía con fuerza e incomparable rapidez al igual que el corazón de ella. -"Volví por ti."

jueves, 19 de enero de 2012

El puente 34

Las colinas antes verdes, se habian vuelto solo pasto quemado; los arrollos y ríos ahora eran sólo recuerdos de agua cristalina; las flores escondidas en sus capullos y todo lo que parecía quedar de magia era poco a poco eliminado mientras Nathanielle se tardaba en contestar la pregunta de la dama de negro que desde aquel puente pedía la sequía o decidía dejar todo en su normalidad. -" Yo lo amo, de corazón lo hago y amo este lugar; porfavor no lo haga se que debe de haber algo de bondad aun en usted." -" El problema es que todos me ven cómo la mala, cuando la realidad es que soy una mujer enamorada que se le fue arrebatado al amor de su vida. Y mira nada más quién se lo llevó? Una hada, una criatura que no sabe ni comprende que es el amor. Hechizos, magia... dudo mucho que lo que él sienta por ti sea honesto y mucho menos creo que tu no tengas ni idea de por qué esta contigo. Vi que no puedes ni siquiera separarte del suelo, es entonces cierto que decidiste cambiar tus alas por el poder de retener a un hombre que ni siquiera es tuyo, ni siquiera va a serlo por mucho tiempo." Lesia con un movimiento de mano tiró 3 enormes árboles que se encontraban casi pegados al puente. -"¡Basta!"- grito la hada con lagrimas en los ojos. -"Usted no sabe que significar dar las alas, no sabe que somos capaces de amar con igual o mayor intensidad que un ser cómo o usted o inclusive un humano. Yo tuve el valor de dejar la magia por él, por que mi amor es sincero." Lesia interrumpía cada una de sus palabras con una risa mientras desprendía más árboles del suelo y los tiraba lejos de ahí. -"Tu sabes hasta donde continuar esta locura pequeña hada. Pero te aseguro que entre más te tardes; peores serán las consecuencias. Mira para que veas que soy justa me retiraré y retiraré a mis ayudantes por toda esta tarde y noche. Espero ver tus tierras te de serenidad y cabeza para elegir bien." Lesia chascó los dedos y de pronto ella y las luces rojas se desvanecieron. Era el momento de Nathanielle para tomar una decisión. 

miércoles, 18 de enero de 2012

El puente 33

A lo lejos los arboles se movían lentamente como bailando en vaivén mientras aquel jinete corría por en medio de ellos. La brisa helada y el sol blanco lo hacían cerrar casi por completo los ojos, solo sombras veía, pero en su mente mil imágenes, cómo las fotografías que había visto esa mañana; tan reales y tan lejanas de sus recuerdos. " Abuelo." - susurró mientras caía en sus rodillas sus ojos bien abiertos admiraban los pocos arboles con hojas verdes que lo cubrían de ese sol blanco. -"¿Es verdad que también hirieron tu corazón? Que esas noches que te encontré llorando no eran los recuerdos de guerra? Abuelo, por qué no me contaste esta aventura fallida, cómo las de los enormes dragones o las costas con sirenas enamoradas?" El silencio le respondía cada una de esas preguntas. Agatha lo veía a lo lejos desde una ramilla que había caído justo en medio de dos rocas, haciendo un puente ideal para ver esa escena tan triste cómo mágica. De pronto el silencio se vio interrumpido por el sonido de cascabeles y pasos. Musiel se paró de inmediato e intentando ver hacia el horizonte no pudo percibir ninguna figura de la que pudiera provenir tal sonido. Agatha de pronto dejó su puente para volar hacia el hombro de el joven. -"Musiel mira hacia el pasto detrás de ese enorme árbol." El chico forzó su vista y pudo verlo, una fila de diminutas hadas que cruzaban la tierra con gran pesar. El jinete caminó suavemente por el pasto para no asustarlas y al acercarse se dio cuenta que eran varias amigas de Nathanielle. -"¿Que pasa?" dijo él al estar casi junto a ellas, de pronto todas voltearon, algunas asustadas; otras felices. -"Nos han desterrado querido." -dijo el hada de Sol desde lo alto del cielo, mientras iba bajando lentamente hacía él. -"¿Pero como es posible? Mi abuela jamás hubiera permitido esto, regresen a sus tierras." -" No son ordenes de su abuela joven Longotob." Musiel se arrodillo con cuidado frente a esas pequeñas criaturas con los ojos llenos de lagrimas. -"Yo arreglaré esto, lo prometo." Las hadas guardaron silencio en muestra de agradecimiento. -"No creo que sea necesario, muy pronto las tierras serán nuestras." -dijo Argay caminando entre las demás hadas. -"Nathanielle fué a hablar con ella Musiel." De pronto el corazón del chico se congelo. 

martes, 17 de enero de 2012

El puente 32

-Recuerdos de Él-




Lesia Conllord era una alumna del último grado en la Universidad de Dünkenton donde Musiel había pasado varios años perfeccionando lo que creía sería su vocación. En las grandes bibliotecas de la ciudad es donde más a menudo se topaba a la mujer que parecía haber embrujado su mirada. Por suerte del destino o quizás coincidencia la chica era hija de uno de los duques más queridos y admirados de Dünkenton. El Señor Conllord había estado desde hace mucho buscando el prospecto ideal para su hija menor; sin saber que ella se había casado ya en secreto con un amigo de la infancia; hijo de unos amigos de su padre, pero por supuesto que el hombre tenía planes mejores para su hija. Musiel había encontrado un motivo por el cuál seguir en esa escuela, los ratos con Lesia eran gratos y divertidos a pesar de la diferencia de edades; una mujer con un joven era extraño verse en aquel entonces; pero ambos enamorados sólo veían lo bueno que podía dejarles esa relación. -"Mi padre espera que me case; bueno... me vuelva a casar, con alguien que pueda darme lo mejor y yo a él." - dijo Lesia una tarde que ambos paseaban por los jardines de la Universidad tomados de la mano. -"Yo puedo dártelo, todo lo que desees. Todo lo que anheles yo puedo dártelo Lesia." -"Musiel, pero tienes que entender que yo aun sigo casada con él y que aunque ambos acordamos que separados estábamos mejor; me es imposible no pensar en él, ojala me ayudes a superarlo." A pesar de el dolor que esto causaba a Musiel, estaba dispuesto a ayudar a su amada a superar todo mal. -"Yo te ayudaré Lesia."

lunes, 16 de enero de 2012

El puente 31

-Recuerdos de Ella-

La boda de Musiel se acercaba y por supuesto nadie del mundo mágico estaba invitado. Pero en boca de todas las hadas y duendes se contaba que una de esas hadas vivía enamorada del próximo rey del reino vecino. -"Dicen que es una dama noble" -"Dicen que es una villana desalmada." Miles de diferentes versiones no hacían cambiar la historia de Nathanielle, el hombre que amaba iba a casarse y ella seguiría siendo por siempre una simple hada enamorada. La joven paseaba por los campos haciendo enormes girasoles; más grandes que ella misma los llenaba de vida para sentir que aún tenía algo de sentido su existencia. Los girasoles la abrazaban, cubrían el cielo de su vista y la dejaban descansar de los murmullos de ese mundo, ese mundo que no conocía su versión; aunque aveces ella misma sentía que nada era real; que todo había sido un sueño y que pronto iba a despertar y enterarse de que jamás había conocido a un Musiel Longotob; enterarse de que nunca se había enamorado y que todo era un simple juego de su imaginación. Las noches eran eternas y los días interminables; la boda se acercaba y las hadas hacían planes para escabullirse y lograr por algún vitral de la enorme iglesia observar a la que en un futuro no muy lejano sería la nueva reina; aquel reino siempre había sido amable con el mundo mágico y aunque pocos conocían de él; los reyes siempre habían guardado respeto a ese lugar. -"Seguramente esta reina será igual de amable que la reina Esmari Coli y mantendrá siempre en secreto nuestro mundo." - decía una pequeña hada de estrellas a sus compañeras mientras Nathanielle escuchaba oculta bajo su enorme girasol; una lagrima corrió hasta caer al suelo y un suspiro ahogo sus palabras. -"Algo no estará bien." 

domingo, 15 de enero de 2012

Intermedio 7.

Mi último intermedio va para ti...
para los momentos;
que vinieron;
vienen
y están por venir; siempre.

viernes, 13 de enero de 2012

jueves, 12 de enero de 2012

miércoles, 11 de enero de 2012

Intermedio 3.

Allá en lo alto, las nubes pintadas de rojo con rosa y las estrellas presumiendo su color. Allá es donde están las respuestas a nuestras constantes preguntas.

martes, 10 de enero de 2012

Intermedio 2.

*Sueños distintos, realidades alternas; corazonadas que te invitan a pensar de otra manera.
Días sin noches y noches eternas.
Buscando tus labios en veranos y primaveras.*
-No olvido la magia que nos envuelve, no dejo de sentirla bajo la piel.

lunes, 9 de enero de 2012

Intermedio 1.

Detrás de tus sueños, están quienes luchan por cumplirtelos. 

domingo, 8 de enero de 2012

El puente 30

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-"Su hijo trabajaba en el castillo, cierto?" -dijo Musiel mirando los ojos verdes de ese hombre. El viejo se levantó y mientras caminaba hacía la ventana con su tasa de té caliente continuó hablando. -"Si, ambos trabajamos en el castillo Musiel, yo más de 20 años y mi hijo apenas unos 2 años o quizás menos no lo recuerdo. Empezó a trabajar cuando tu fuiste a estudiar a Dünkenton." El hombre se quedaba callado observando el cielo rojo y volviendo a beber un poco de ese té de rosas azules, bueno para el estomago y las tristezas. No podía olvidar la mirada de su hijo, todos decían que era su retrato; su doble y para él... su mayor tesoro. -"Me lo arrebataron, aquellas fuerzas mágicas que yo conocía más nadie nunca creyó en mi, sólo alguien en este mundo comprendía esa magia por que la había visto conmigo hacía mucho tiempo atrás." -"¿Mi abuelo?" -"Si Musiel, tu abuelo y yo conocimos más cosas que muchos hombres y mujeres valientes que salían a inspeccionar el mundo, pero no supieron buscar en los lugares más obvios. Mundos que nadie imaginaba, seres que nadie podía creer que existiesen; todo lo vimos él y yo." -"Así que trabajando en el castillo usted pudo pasar tiempo con su mejor amigo no?" Musiel se paraba de la silla y caminaba hasta donde el viejo, con su tasa de té de rosas amarillas bueno para la vista y las penas. El viejo se volteo y mirándolo a los ojos unas lagrimas empezaban a formarse cubriendo las diminutas venas que pintaban lo blanco de sus ojos, como pequeñas telarañas sin habitantes o diminutos rayos de un cielo en su mirar. -"Yo cometí el peor de los errores en esos 20 años Musiel, pero aún antes de eso ya había errado y vivía errando desde que la conocí a ella." El joven jinete no entendía las palabras o quizás no quería encontrarles un sentido, así que se quedó callado esperando saber más de esa historia. -"Traicioné al hermano que nunca tuve, al compañero de mis locuras; de mis momentos. Traicioné a la familia que me había dado no sólo un trabajo, sino un hogar a mi y a mi recién nacido. La ame cómo no tienes idea Musiel y la sigo amando a pesar de que fuera el puñal que acabara con la amistad entre tu abuelo y yo. ¿Crees que quería ser jardinero? No hijo, nadie quiere vivir 20 años haciendo nacer flores para después matarlas y ponerlas cómo decoración en los cuartos de los hijos y nietos de la mujer amada." Musiel dejó caer la tasa de té, dejando regar la madera con ese liquido amarillo que poco a poco se extendía sobre el suelo llegando a tocar los zapatos de ambos hombres que se veían sin hablar. -"Usted fué el causante de que mi abuelo me dejara, de que mi abuelo se fuera." dijo el chico con el rostro rojo de cólera y tristeza, la mirada que cortaba como una navaja atravesaba los ojos de aquel anciano. Musiel dio la media vuelta y salió rápidamente de esa casa, Agatha logró salir por la pequeña ranura de una puerta que se cerraba con fuerza tras los dos. Musiel nunca más quería volver a tomar té en esa casa, nunca más.

sábado, 7 de enero de 2012

El puente 29

Al pronunciar su nombre el silencio en el puente entumeció sus piernas y sentía como si un helado soplo de aire congelara todo su cuerpo y la comenzara a volver una estatua de hielo en medio de ese puente, aún firme y de madera de una madera obscura que sufría junto con ella el fuerte viento que lastimaba su piel. De pronto el aire ceso, sus cabellos estaban congelados en el tiempo, junto con las hojas muertas que volaban a su alrededor justo en el momento en que se paro el espacio para que ellas dos se vieran por primera vez. -"¿Nathanielle?" dijo la brisa apenas murmurando y de pronto a lo lejos como cabalgando el aire una mujer vestida de negro se acercaba a ella flotando. Ella no podía moverse, sus diminutas alas parecían pintadas en ese lienzo que la mujer dibujaba a su antojo. Paso la mujer su mano por el rostro de la chica y de pronto se pudo mover. "Contéstame niña, eres tu Nathanielle?"  El hada la miraba fijamente a los ojos, sin miedo; como si los conociera o supiera más de esa mujer a pesar de jamás haberla visto; jamás haberla conocido. -"Así es Señorita, soy Nathanielle." La mujer al oírlo de sus labios sonrió como si le hubieran dado la mejor noticia de su vida. "No sabes cuantas ganas tenía de conocerte, de conocer un hada; por que aunque no lo creas aún en mi posición jamás conocí un hada y menos una tan bonita cómo tu, ahora que te veo comprendo muchas cosas... pero sin embargo y aunque no vayas a creerlo vengo en son de paz y se que tu vienes con una propuesta que estoy más que dispuesta a escuchar." Nathanielle la veía algo mortificada por la simpleza y extraña carisma de esa mujer de cabellos obscuros y largos que alardeaba de algo que ni siquiera habían hablado. "Sólo quiero que deje a mis hermanas regresar a estas tierras, usted no las quiere y no las va a necesitar." -¿Pero que dices niña? Yo necesito todas las tierras que estén cerca o en mi reino, y esta aunque sea mágica igual me pertenece... no puedo dejarlo así como así; a menos..." Bien sabía aquella mujer que es lo que quería y que esas tierras si tenían un precio, uno muy alto; incluso más alto que el que toda la magia pudiese dar. -"Tu sabes que requiero que pidas tus alas de regreso y liberes a Musiel del embrujo en el cual lo metiste." -"No es un embrujo, así no funcionan las cosas aquí, no toda somos como ust-" -"Ni lo intentes Nathanielle, hazlo y más de una vida será perdonada y más de un hogar recuperado." -dijo Lesia.

viernes, 6 de enero de 2012

El puente 28

-Recuerdos de Ella-

"Me voy a casar." -dijo Musiel mientras abrazaba fuertemente a Nathanielle que luchaba por soltarse de sus brazos, su cuerpo era el doble de ancho y el doble de fuerte que el de ella, era imposible que pudiera moverse pero no perdía la fe de poder soltarse. -"Entonces cásate y déjame de verdad, vete." - gritaba ella mintiendo con cada palabra que salía de su boca, ella no quería dejarlo; ella ya se había enamorado de él, no quería perderlo. -"No puedo hacer nada mi amor, esto es algo que simplemente no puedo cambiar, te juro que si pudiera no lo haría." -"No me jures nada de verdad déjame." Nathanielle logró soltarse de los brazos de su amado, que aunque intento correr tras ella dejó que el viento se encargara de llevarla más y más lejos por esa colina llena de girasoles que la seguían con los ojos invisibles, que le pedían con los labios inexistentes que no corriera lejos de ese amor. El sólo se quedó viéndola huir. "Es lo mejor." se dijo a si mismo y dando la media vuelta caminó para buscar el puente. Ella seguía corriendo sin querer parar, cómo si de pronto sus alas cobraran vida en ese mundo mágico y la dejaran volar por el viento y perderse entre las nubes para jamás volver. "Tu no sabías" dijo de pronto una voz a su oído justo cuando había parado de correr. Nathanielle al darse la vuelta vio un hada de agua que acogía una de sus lagrimas con los dedos. -"Yo lo se, pero creí." - "Esto va más allá de creer Nathanielle, pero ten fe en que su amor es más grande que sus obligaciones, que las cosas que le han impuesto. Ten esperanza en él." Nathanielle la abrazaba fuertemente. -"Esque si lo pierdo no creo poder volver a amar a nadie cómo a él." -"Si no lo haz perdido después de tantas batallas, no creo que lo pierdas nunca querida; nunca."

jueves, 5 de enero de 2012

El puente 27

El sol de un amanecer rojo quemaba suavemente el rostro de Musiel quién había quedado dormido sin darse cuenta, aún llevaba puesto el enorme abrigo café que le recordaba tanto al de su abuelo. La ventana semi abierta y Agatha en la madera de el cuadro que enmarcaba el vidrio. "¿Estas bien Agatha?"- dijo el chico mientras se levantaba del sillón. "Buenos días joven Musiel." - dijo el viejo que cocinaba algo en la pequeña cocina frente a la sala. -"Buenos días." - dijo el chico mientras se acomodaba el cabello. -"Haz hablado con tu libélula." -preguntó el hombre acercándose con una bandeja de té y pan tostado. "Siéntate." -invitó el hombre a Musiel a la mesita que tenía cómo comedor. Unas flores marchitas en el florero que parecía de cristal blanco, adornaban esa mesa con solo dos sillas. -"Hace mucho que no desayuno con nadie ¿sabes? Soy un hombre muy solo, mi hijo murió hace no mucho tiempo; era poco más grande que tú, un poco más delgado y alto; era un buen chico." Musiel tomaba un pan tostado y lo comía viendo fijamente al viejo que esta vez evitaba su mirada. "¿Lo conozco?" -preguntó Musiel después de no haber dicho palabra alguna por más de 15 minutos. -"Pues claro, nos conocimos ayer joven. Lo olvida?" -"No, yo pregunto si lo conozco de antes. Siento que he visto su rostro en otro lugar." El hombre se levantó de la mesa algo sobresaltado y corrió hacia su habitación. Musiel se levantó también pero quedó parado esperando a que el hombre regresara. Al volver, el viejo tenía en sus manos un álbum que parecía de imágenes. "Venga acérquese." -dijo mientras ambos se sentaban en la mesa, Musiel movía hacia el otro lado los panes y las tazas de té para que cupiera perfectamente el álbum. Habían fotos de el hombre cuando era joven y en algunas imágenes se veía su abuelo también cuando joven. -"Eramos de clases distintas, tu abuelo iba a ser el rey mientras yo era el hijo de un jardinero. Pero aún recuerdo que eso nunca importo... jamás importo." -"¿Si no los alejó la distinta clase social, que fué lo que distanció a mi abuelo de usted?" - preguntó Musiel mientras sus ojos podían apreciar la foto de una chica delgada de cabellos dorados. El hombre cambió rápidamente de hoja. -"Este es mi hijo." dijo después de un silencio incómodo. El joven se acercó para poder apreciar bien la imagen que se veía algo borrosa y lo único que vino a su mente fué el chico que jalaba la manga de su camisa, cuando todo se volvió negro.  

miércoles, 4 de enero de 2012

El puente 26

-Recuerdos de Él-

Despertaba en un lugar obscuro, escuchando la voz ronca del anciano sirviente que hacía mucho que conocía, aquel hombre sacaba a pasear a los perros de la familia y a pesar de que no le estaba permitido salir del palacio en las mañanas, el pequeño Musiel siempre iba atrás de aquel hombre. -"Ya despertó joven?" -preguntó el hombre mientras acercaba una vela a su rostro. -"Si estoy despierto, donde está el otro joven?" -"Fué por su padre, el jardinero del palacio; quizás es por eso que no lo conocía hace poco vino a pedir empleo a su abuela." El hombre se escuchaba con la voz algo cortada, como si un enorme nudo impidiera a su garganta soltar las palabras. -"¿Qué es lo que esta pasando?" El hombre se veía semi-iluminado por la vela y en su cara se podía ver que había pesar. -"Han pasado cosas terribles joven, cosas inexplicables; trágicas de las que no soy capaz ni de hablarle, por qué no es mi deber. Pero estamos viviendo una guerra, una guerra de la cuál sólo han venido cosas malas y lo peor es que no sabemos ni contra que estamos luchando. Dicen las lenguas tontas que se trata de magia negra y pocos creen en eso, pero comienzo a pensar que es real, he visto cosas que ni en mis sueños pudiese creer." Musiel lo veía e intentaba comprenderlo, su cabeza le dolía mucho y esa habitación cerrada producía cierto estrés en él. -"¿Donde están mis padres? -"Joven le he dicho que.." -"¿En donde están?"- lo interrumpió el chico quitando la vela de manos de el sirviente y poniendo la luz justo enfrente de su viejo rostro para hacerlo confesar. -"Por favor joven, se lo pido no debo ser yo quién diga esto." -"No hay nadie más que me diga, o mejor salgo a ver que es lo que encuentro afuera; ¿debo ir a buscarlos?" Musiel se paró cómo pudo a pesar que no veía mucho iluminaba con la vela hasta encontrar al puerta, le costaba trabajo abrirla pero al final pudo hacerlo. Dio de nuevo la vela al hombre y cerró la puerta, caminaba rápidamente huyendo de el grito del hombre que decía: "Están muertos."

martes, 3 de enero de 2012

El puente 25

La sequía de aquella tierra vecina era un martirio para las pequeñas hadas que volaban por pocos segundos antes de caer nuevamente al suelo seco y carente de hojas, pasto o agua estancada. Nathanielle podía apenas y despegar del suelo, sus pequeñas alas no le permitían despegar; eran alas falsas que se daban a aquellas que habían otorgado las originales, sólo para volar en caso de riesgo fuera del mundo mágico. Cada una de las hadas poderosas intentaba cargar a las demás, pero la tristeza era tal en todas, que aquello se volvía un espectáculo triste; en un desolado lugar. -"Tengo que regresar." - dijo Nathanielle al oído de Argay que no comprendía lo que su amiga le decía. -"¿Volver a donde?" -"A las tierras, a nuestras tierras necesito hablar con ella y pedirle que no nos arroje a todas de la tierra, míranos; míralas; nos es imposible encontrar un lugar cómo ese. Necesitamos volver." Argay veía preocupada los ojos de Nathanielle. -"Ni siquiera puedo volar unos centímetros Argay, necesito volver." La hada le dio un abrazo y aprobó con un gesto noble que su amiga regresara a resolver lo que fuese necesario. "No digas nada, espero no tardarme mucho y volver con buenas nuevas, mándame una mariposa con el mensaje de donde estarán reposando por favor." Nathanielle caminaba todo de regreso, cruzaba el árido lugar donde antes se encontraba un frondoso bosque, pisaba las ramitas de hojas marchitas y los cadáveres de rosas que alguna vez fueron hermosas. En su mente giraban mil dudas e ideas locas, tan rápido había pasado todo. Ni 4 días de la partida de Musiel y ya todo el mundo había cambiado para ella y sus hermanas hadas. En una diminuta bolsa mágica escondía la camisa de su amado y las ilusiones que le daban fuerzas para seguir. Al cruzar el puente a la justa mitad de él un rayo cayó justo enfrente de ella. "¡PARA!" -"Necesito hablar con la próxima reina." -"¿Quién eres tu para querer hablar con ella?" -"Nathanielle." El silencio se hizo presente.

lunes, 2 de enero de 2012

El puente 24

Musiel se intentaba incomodar el el sillón viejo de esa casa que no dejaba de crujir a cada oportunidad que se le daba. Por la ventana se veía la luna casi llena iluminando todo, cómo si la habitación estuviera atestada de blancas velas. -"¿Que es lo que ibas a decirme Agatha? La libélula voló por encima del joven hasta llegar a la punta de su nariz. -"Encontré algo en la habitación del viejo, algo muy extraño pero creo que tiene sentido." -"¿Qué?" Agatha se acercó al oído de Musiel por si el hombre estaba cerca, quería que ese fuera un secreto. "Tiene una extraña cosa en su cuarto, en la mesa de noche; parece una esfera con muchas luces pero si te acercas se puede ver una imagen." -"Ah sí, son muy usadas en mis tierras; son esferas de momento; si depositas en ella un momento importante para ti, podrás verlo una y otra vez... pero es imposible que otro humano lo vea; por eso se iluminan casi cegando a quien se acerca; quizás cómo eres una libélula te resultó verlo." Agatha lo veía extrañada e interesada la vez,  pero su plan era que él lo viera y le dijera si era o no su abuela. -"Yo vi a una mujer, y ahora que los escuché hablando no se porqué se me vino a la mente pensar que quizás esa mujer es tu abuela Musiel." Él se levantó sobresaltado y quedando sentado viendo hacía la ventana preguntó: "¿Mi abuela?" -"Si Musiel! Esque por lo que escuché en su platica; por lo que vi en la esfera; además salía este viejo con el mismo abrigo que decían era de tu abuelo, ese que traes puesto. No lo se." Musiel se quedó en silencio mientras seguía observando la ventana. -"Entonces es verdad."

domingo, 1 de enero de 2012

El puente 23

-Recuerdos de Ella-

La tarde era como un regalo de otoño, las colinas eran de cobre y los árboles desnudos dejaban caer sus hojas rojas para tapizar el suelo de esas tierras mágicas.
Ya Nathanielle conocía bien los rasgos de Musiel, que se veía a lo lejos acercarse con una velocidad ni lenta ni rápida; dejando en suspenso el momento preciso en el que llegaría a estar junto a Nathanielle. 
Ella veía poco a poco acercarse esos labios carnosos de forma tierna, sus enormes ojos negros con pestañas tupidas que los hacían verse más profundos. Él a lo lejos podía ver los almendrados ojos de ella, su boca que a diferencia de él era diminuta y delgada; que se veía aun más fina con la sonrisa gigantesca que ella tenía.
El momento pasaba lento, ella lo veía; el la veía ay caminaba a paso medio que para ambos parecía sumamente lento. Al llegar se quedaron viendo, viendo como si no se hubieran visto en mucho tiempo a pesar de que apenas la noche anterior habían caminado por ese bosque cercano y hablado de la magia de algunos arboles parlanchines.
"Te tardaste un poco en llegar ¿No crees?" -dijo ella mientras movía de su rostro un poco de pelo que el viento se empeñaba en poner frente a sus ojos. De pronto el tomo con sus manos el rostro de Nathanielle, suavemente; casi rosando sus mejillas. La miraba intensamente y ella ya no sabía si devolver la mirada o mirar hacía otro lugar -lo que le resultaba imposible pues el tenía sus manos dirigiendo exclusivamente sus ojos a los de él- no decía nada, no soltaba palabra alguna; y había pasado demasiado tiempo para imaginar siquiera que podía hacer después de tener su rostro entre esas manos fuertes y delicadas a la vez. 
Un viento volvió a agitar los cabellos de la chica, cegando sus ojos y antes de que ella por instinto volviera a moverlo, los labios de Musiel robaron los suyos por un momento; la besaba sin querer soltarla; la besaba sintiendo cada espacio de su diminuta boca; ella recorría los labios de él intentando cubrir cada espacio; cada sensación. El primer beso de ella; quizás no era el primero de él; pero se sentía cómo un momento nuevo para ambos. Los arboles desnudos se reían de los nervios y las hojas rojas volaban cerca de ellos sin tocarlos; un beso imposible de recrear e imposible de olvidar.