domingo, 1 de enero de 2012

El puente 23

-Recuerdos de Ella-

La tarde era como un regalo de otoño, las colinas eran de cobre y los árboles desnudos dejaban caer sus hojas rojas para tapizar el suelo de esas tierras mágicas.
Ya Nathanielle conocía bien los rasgos de Musiel, que se veía a lo lejos acercarse con una velocidad ni lenta ni rápida; dejando en suspenso el momento preciso en el que llegaría a estar junto a Nathanielle. 
Ella veía poco a poco acercarse esos labios carnosos de forma tierna, sus enormes ojos negros con pestañas tupidas que los hacían verse más profundos. Él a lo lejos podía ver los almendrados ojos de ella, su boca que a diferencia de él era diminuta y delgada; que se veía aun más fina con la sonrisa gigantesca que ella tenía.
El momento pasaba lento, ella lo veía; el la veía ay caminaba a paso medio que para ambos parecía sumamente lento. Al llegar se quedaron viendo, viendo como si no se hubieran visto en mucho tiempo a pesar de que apenas la noche anterior habían caminado por ese bosque cercano y hablado de la magia de algunos arboles parlanchines.
"Te tardaste un poco en llegar ¿No crees?" -dijo ella mientras movía de su rostro un poco de pelo que el viento se empeñaba en poner frente a sus ojos. De pronto el tomo con sus manos el rostro de Nathanielle, suavemente; casi rosando sus mejillas. La miraba intensamente y ella ya no sabía si devolver la mirada o mirar hacía otro lugar -lo que le resultaba imposible pues el tenía sus manos dirigiendo exclusivamente sus ojos a los de él- no decía nada, no soltaba palabra alguna; y había pasado demasiado tiempo para imaginar siquiera que podía hacer después de tener su rostro entre esas manos fuertes y delicadas a la vez. 
Un viento volvió a agitar los cabellos de la chica, cegando sus ojos y antes de que ella por instinto volviera a moverlo, los labios de Musiel robaron los suyos por un momento; la besaba sin querer soltarla; la besaba sintiendo cada espacio de su diminuta boca; ella recorría los labios de él intentando cubrir cada espacio; cada sensación. El primer beso de ella; quizás no era el primero de él; pero se sentía cómo un momento nuevo para ambos. Los arboles desnudos se reían de los nervios y las hojas rojas volaban cerca de ellos sin tocarlos; un beso imposible de recrear e imposible de olvidar.

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