lunes, 26 de diciembre de 2011

El puente 17

Agatha voló por encima de la puerta de madera, buscando algún orificio por el que pudiera entrar, al encontrarlo se metió rápidamente al cuarto buscando de donde provenía esa misteriosa y mágica luz que había hipnotizado el momento.
Al entrar al cuarto pudo notar que era la habitación de el hombre, una cama amplía y varias pilas de libros estaban mal acomodadas enfrente de una pequeña ventana; en el piso habían recortes de distintos dibujos a los cuales no le encontraba ningún sentido, y ahí en la mesa de noche se encontraba algo que Agatha nunca habia visto, a pesar de vivir en un mundo lleno de magia aquello era nuevo a sus ojos.
Voló suavemente por encima de esa misteriosa bola de cristal, soltaba destellos de colores y poco a poco en lo que ella se acercaba iba disminuyendo su brillo para permitirle ver por dentro de esta. Agatha posó sus patitas en la mesa y así intentando ver por dentro de la esfera logró visualizar algo.
Era una mujer de edad avanzada con gran porte y un hermoso rostro que mostraba absoluta gentileza y confianza, de cabellos claros y ojos grandes sonreía cómo viendo hacia Agatha, era una especie de imagen que se movía poco, como un momento capturado en esa bola mágica. 
La libélula se sentía atraída por aquella imagen, de pronto ahí mismo un hombre con un abrigo de piel se acercaba a ella y la abrazaba fuertemente, se parecía mucho al anciano de la casa, sólo que más joven, sus cabellos blancos en esa esfera se veían entre canosos y castaños. Se veían ambos muy enamorados y felices. 
La imagen así se repetía mil veces, primero la dama y después el abrazo entre ella y el hombre de la casa. La libélula contenta por su descubrimiento voló de nuevo por encima de la puerta y salió campante volando por el corredor para llegar de nuevo a la sala, donde aun conversaban Musiel y el anciano hombre. "Yo conocía bien a tus abuelos Musiel."

No hay comentarios:

Publicar un comentario