"Hablaremos cuando tengas el valor de venir sólo" - dijo Lesia mientras su vestido poco a poco se desvanecía junto con ella en un viento fuerte que despeino por completo el cabello del jinete; lo hizo cerrarlos ojos a la fuerza impidiéndole ver hacía donde se dirigía aquella brisa, hacia donde huía esta vez Lesia Conllord.
"Perdón si arruiné algo, sólo cumplo ordenes." - Le dijo la pequeña libélula mientras se colocaba en su hombro. -"Llegaste en el momento ideal, debemos ir a buscarla Agatha, pero esta vez escóndete bien." -"¿No quieres que le lleve ningún mensaje a Nathanielle antes de partir de nuevo?" - "No, es mejor que tenga noticias de mi, hasta que sea completamente libre. Pero ¿ella esta bien cierto?" La libélula no dijo nada, sólo aceptó acompañarlo y así sobre él iban juntos en busca de aquella dama que sin el menor esfuerzo tenía el corazón de él latiendo fuertemente. Musiel, no sabia lo que podía ocurrir si su corazón latía, pero sentía que algo no estaba bien.
Cada paso que daban fuera de ese bosque seco, era un aliento menos sufrible y un latido menos fuerte. Necesitaban encontrar donde pasar la noche, le pidió a Agatha que buscara entre los pocos arboles que había a la salida del bosque, alguna cabaña o lugar donde pudiera reposar.
"Encontré algo, por aquí." - dijo la libélula mientras marcaba el camino hasta llegar a un árbol gigantesco, con una puerta de madera. Musiel no dudó en tocar la puerta y segundos después una voz rasposa habló. "¿Quién?" -"Soy Musiel Longotob y estuve perdido en este bosque por varios días, necesito donde descansar si no es molestia." -¿Longotob?" La puerta se abrió rápidamente, un viejo con barbas largas y blancas; cabello del mismo tono y ojos vidriosos lo veía tiernamente. "¿Pero que hace aquí Príncipe? Bendito sea el cielo, que lo trae a mi humilde hogar."
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