viernes, 23 de diciembre de 2011

El puente 14

La casa de aquel viejo hombre era muy abrigadora, con grandes sillones que te obligaban a caminar por estrechos pasillos y moverte cuidadosamente para no tirar ninguno de sus enormes floreros, sin flores. 
-"No puedo creer que este usted en mi humilde casa joven Longotob." Musiel sólo sonreía tímidamente mientras el hombre le acercaba una taza de te caliente. "Veo que estuvo mucho tiempo fuera del palacio cierto? Es por ello que esta tan sucio y valgame el cielo! Tiene varias cortadas en sus manos y rostro joven." De pronto el hombre se levantó del sillón y desapareció por uno de los estrechos caminos, Musiel sólo recorría con las pupilas su vivienda y se acomodaba en el sillón asegurándose de que sus manos cubrieran por completo esa linda taza caliente, que ayudaba a reconfortar sus manos frías. Casi de inmediato el hombre regresó con un enorme abrigo de piel de oso pardo que colocó en el regazo del muchacho. "Vamos póngase eso con confianza por favor." Al ver el abrigo la nostalgia recorrió cada centímetro del cuerpo de Musiel. Las lagrimas estaban por asomarse pero logró contenerlas con un suave "gracias". "Se parece mucho cierto." - dijo el señor después de algunos minutos de silencio, en lo que el joven se ponía cuidadosamente el abrigo intentando no dañarlo. "¿Disculpe?" -"Que el abrigo es muy parecido al de tu abuelo, si no es que; es idéntico." Musiel extrañado miraba a aquel hombre que ocultaba su sonrisa con una enorme taza color rojo. -"¿Usted conocía a mi abuelo?" -"¿Que si conocía a Romul, a Romul Coli? Vaya que conocía a ese viejo loco, una de las mejores personas que me he topado en mi vida." Mientras Musiel y el viejo platicaban Agatha recorría curiosa la casa, intentando no posar sus patitas en ningún lugar, de pronto al final de las escaleras que daban hacía el ático vio una luz que la cegaba casi por completo, atraída por su color voló hasta la puerta. Y al asomarse por la cerradura vio algo que la dejó impactada. 

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