sábado, 14 de abril de 2012

El puente 90

El pantano era enorme incluso para ese ser de grandes dimensiones, el hombre lobo colocó suavemente los restos del girasol sobre el suelo evitando que la hierba mala quisiera apropiarse de él. Su respiración era cada vez más suave y calma, algo en su corazón tenía ciertos recuerdos humanos, no podía despegar de su mente la mirada de su hermano. En el pantano se escuchaba un extraño silencio acompañado del canto de grillos que por alguna extraña razón aumentaban la quietud del lugar, el agua escondía muchas criaturas pero ninguna que no temiera al hombre lobo, hasta entonces él estaba seguro ¿Pero por cuanto? Había perdido la cuenta de lunas que favorecían a su maldición. Sus ojos se movían siguiendo la danza de algunas luciérnagas, era tan extraño para él sentirse en parte animal, en parte humano; en parte bestia y en parte un hermano preocupado por alguien a quién había traicionado. La criatura se acostó suavemente sobre la hierba y colocando el girasol sobre su pecho, se quedó dormido. 
No pasó mucho tiempo cuando de pronto el agua del pantano comenzó a burbujear. El hombre lobo se sobresaltó sin descuidar la flor y corrió a esconderse tras un árbol seco, un tentáculo salió del agua y suavemente se desplazó por la hierba como tentando el pasto en busca de algún alimento. Al no encontrar nada se deslizó de nuevo hasta el agua desapareciendo frente a los ojos del hombre lobo, pánico es lo único que sentía en ese momento... un mal indicio, pues los hombres lobo no conocen el pánico; Andél estaba por volver.

1 comentario:

  1. imagino ese pantano, y todos esos seremos atemorizados pero a la vez también dan temor, y después ese hombre lobo a punto de perder lo que hace que le tengan respeto, esto se pone cada vez mejor, quiero saber que pasara??

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