Y les pedí que de una en una fueran cayendo a sus pies, que se partieran en mil fragmentos y dejaran ver los mensajes que alguna vez le dejé, eran letras ya borrosas como si en el centro de las estrellas se hubieran colado los rocíos del sol.
Una a una le dijeron los secretos al oído, le cantaron los sueños que les presumí y sonrió, sonrió toda la noche leyendo lo que no se había borrado de los mensajes. Mandó una estrella que no había utilizado a caer en mi ventana. Con un mensaje que aún no me atrevo a leer...
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léelo, no temas, y cuando lo leas que se quede en tu alma
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